La última vez que fui de vacaciones con mi familia fue a Benidorm hace muchos años
Poco recuerdo del viaje de ida, pero si recuerdo bien el de vuelta. Nos pusieron una película mortal para la hora de siesta. Chacal. Encima con la habitual agua caldosa de autocar, peor que el más cargado de los coctails
Muchos decían ir allí a comer a buffet libre, pero la verdad es que la comida era penosa. Todos los días había pollo, que siempre sabía igual aunque fuese a la campera, al limón o a la naranja. Sus especialidades eran las hamburguesas con hueso y la pizza de sobras, que no estaba mala. Un día pusieron fideuá, pero dejaron que un camarero solo llevara toda la paellera, con lo que se cayó todo, como era de esperar. A mí sólo me alcanzó un fideo en un brazo, pero como soy mariquita para el dolor me quejé como si me hubiera picado una avispa. El desayuno estaba bien, pero no lo disfruté mucho porque yo odio madrugar. El helado era agua congelada con colorante. El vino sólo era pasable en frío, según mi padre claro, que yo no bebo ni ahora.
El baile de las noches era surrealista. Todos los viejunos bailaban La paloma, un baile casi específico de ese hotel. Atentos cuando Antena 3 habla en sus informativos de los viajes del INSERSO, que seguro que lo ven. Si algún joven lo bailaba mal, le echaban y le decían que practicase fuera de la pista en la zona de las sillas. Al menos se podía ir a los hoteles de alrededor donde había algo más de marcha. Podías ver como la Cheposa intentaba quitarle el General a la Portuguesa. Con esto me refiero a los viejos verdes, sus aventuras y los motes que les poníamos para entretenernos.
Había días que ni siquiera iba a la playa y me quedaba en la habitación viendo los dibujos de Action Man o alguna chorrada parecida. La señora de la limpieza cumplía con su labor sin molestar.
La piscina estaba en la otra mitad del hotel, al otro lado de la calle. Era un charco de ranas y decidí no ir.
Todas las tardes había bingo, gran afición viejuna, con unos lápices mordidos a nuestra disposición. Allí se daba otro de esos milagros de Benidorm parecido al de la sanación del reuma en la playa. Los sordos eran los que más cantaban bingo. Por las tardes también podíamos ver la Eurocopa. España cayó eliminada por Inglaterra de forma bastante injusta.
Para acceder a la playa podías ir por unas escaleras que olían a meados o por un túnel que además olía a mierda. Un día se ahogó un viejo, pusieron bandera roja y se acabó el baño. En la zona de las rocas se podía ver a viejunos comer erizos de mar en crudo, todo un espectáculo. Para bajar al comedor había una escalera protegida con una cinta de raso. Sonaba un timbre y se encendías las luces. Los viejunos bajaban que se mataban. A los niños nos dejaban sentarnos en las propias escaleras y llegar antes.
Vaya a donde vaya empiezo a echar de menos Valladolid, sobre todo el wc de mi casa. Aparte de reflexiones del tipo de aunque me fuera al fin del mundo tampoco allí me lo pasaría bien ni lograré ligar.
Como en casi todas mis historias de luser, hay una serendipia. Mi amigo el actor había estado años antes en el Sol y sombra, y luego en el Venecia de Salou. Yo lo mismo pero en orden inverso.
Una opción era un viaje en barco a la isla de los pavos, que algunos llamamos la isla de las gallinas. Realmente creo que se llama isla de Benidorm, no confundir con Tabarca. Saltó a al fama cuando la SER habló de una supuesta corrupción con un pariente de Zaplana que resultó ser muy lejano por no sé qué lío de una concesión de un bar.
En Benidorm realmente hay muy pocos empadronados, que encima tiene la desgracia de trabajar cuando el resto se divierte... o lo intenta. El centro de Benidorm también olía a meados y estaba bastante sucio. Mi madre se compró un anillo de plata con un rubí de plástico muy kitsch. Lo más transitado era la avenida Jaime I, más conocida como la calle del coño... ¡coño, tú por aquí!
Por las noches era imposible dormir porque todos los hoteles tenían fiesta hasta altas horas. Al día siguiente estabas hecho unos zorros. El paseo marítimo era muy animado, pero no tenía yo edad para esos menesteres nocturnos.
A la vuelta mi profesora la arpía me había mandado los deberes para el verano por correo certificado ya que había ido de las clases una semana antes.
A pesar de todas las penalidades, ahora me río bastante al recordarlo. La verdad es que fue más error nuestro el decidir ir a esa cochambre del Sol y sombra. Y total por lo barato que nos salió...
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2 comentarios:
Me ha gustado tu historia familiar. Es algo atípico encontrar alguien que cuente unas vacaciones con tanto humor ácido. Un saludo
Ey, me paresio recopado tu blog. Seguí así y llegaras lejos. Relinda la mina de la foto.
Un abrazo desde Bariloche
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