Ignacio fue el profesor más divertido que he tenido en toda mi vida. Nos impartía Geografía en cierto curso de la ESO. Pero la verdad es que clase es lo que menos dábamos. Era un soplo de aire fresco en un instituto que se caí a pedazos y donde todas las clases eran un coñazo.
Ya antes de llegar a su clase, que algunos días era la primera, lo veíamos en un bar cercano achispándose un poco.
Nunca usó la pizarra, salvo una vez para demostrarnos que sabía dibujar una circunferencia perfecta sin mirar dando la media vuelta. Bueno la verdad es que no logramos mejorar su marca.
Tras sus gracietas iniciales, mandaba leer a alguno con un imperativo Fulano, lee. Ese generalmente era yo, pues tengo buena voz, vocalizo y no hablo para la camisa.
Gracias a Dios yo le caí bien. Esto es lo normal, que le caiga bien a gente mayor, sobre todo profesores o funcionarios, pero fatal a gente de mi edad, con la que nunca sé de que hablar y por esto siempre me llaman raro. No así cierto alumno bastante friki al que torrente tenía manía, que proclamaba su admiración por Juan Pardo y que se ponía música para los exámenes de Plástica. Alguno me ha dicho, para joderme, que si me llamaba Hurkel cuando no estaba yo presente. Bueno es de lo más suave que me han llamado, la verdad...
Ahora resulta difícil explicar como pasábamos de hablar de meridianos a discutir sobre el dolor de huevos, pero siempre pasaban estas cosas. O discutir sobre comilonas y chuletones mientras un amigo que había faltado a un examen intentaba concentrarse en su tarea aplazada.
Si alguno le contestaba mal, lo castigaba a llamarle durante un mes Don Ignacio.
Nos daba las notas de los exámenes a viva voz (como debe ser). A mí siempre me puso un 9, salvo una vez que tenía un 8, me preguntó si tenía algo que reclamar y ante mi respuesta negativa, me puso un 9.
Si el ambiente se tensaba comenzaba a vocear ¡violencia no! Siempre repetía una frase de Séneca: todo es sucio para quien tiene una mente sucia. El casquete polar le hacía mucha gracia.
Siempre andaba de guasa con las chicas, cosa que a ellas no solía sentarles mal. Algunos comentarios: Chusa no te pongas brava (esto poniendo acento caribeño), Chusa, ¿porque cierras la persiana? ¿es que quieres un ambiente más íntimo?, bueno supongo que tras 2 días de clase ya estaréis todas enamoradas de mí, incluso alguno...
Otra vez le dio por asomarse a la ventana y vocear a los viejos que esperaban al autobús al estilo Torbe o aquel ¡EO! de los Mojinos Escozíos. Aquello era de locos...
Un dia se cabreó porque no dábamos una. Empezó a explicar cerca y lejos parodiando Barrio sésamo
Nos mandaba de deberes hacer los ejercicios del libro con la condición de copiar la pregunta. Así podía pasarse media clase haciendo revisión de deberes con visitas a su pupitre donde podía decir a una chica que iba de amarillo hoy vas como un polo de limón. O Saritísima a ver que nos traes hoy... Iba pasando las páginas sin leerlas mientras decía que bonito... que bonito... a los que le caíamos bien nos decía que mientras los otros empezaban los deberes, que le contásemos cotilleos.
El centro le encargó la confección del Belén navideño. Él trajo un caganet bien grande, como era de esperar.
Como su físico era similar al de Torrente o al de Pancho Céspedes, le molestaba el calor. Según él, la clase olía a mierda. Cuando faltaba cuarto de hora preguntaba que cuando terminaba esa clase infernal.
Con la profesora de Plástica, que tenía bastante mala leche, no se llevaba bien. Nos encargó que la dijéramos que se fuera a la mierda. Luego ella que le dijéramos que a su lado ya estaba en ella. En fin, como niños...
Un día de mucha risa fue cuando un compañero reveló que había estado con otros jugando al juego Fresita fresón. Vamos, algo así como a las prendas o beso, verdad o atrevimiento. Mientras los que allí no estuvimos nos descojonábamos de la risa, las chicas que habitualmente iban de recatadas lloraban a moco tendido. Y encima Ignacio amenazando con contarlo a los padres, cosa que nunca hizo. Se pasó el resto del curso tarareando rimas como Lima limón me toco un cojón... burla burlón me quito el pantalón... exámenes incluidos.
Otro día nos sacó al patio y jugó al fútbol con nosotros, cosa que no hacían ni los de Educación Física. Se dedicó a dar voces y pegar cañonazos.
Con cierta compañera llegó a cebarse. Siempre la preguntaba que era latitud y longitud, todos los días. Y encima la otra era tan merluza como para no aprenderse esas simplezas.
Otro día con tanto revolverse en el asiento se dio pero bien con un cajón y ya estuvo quejándose varios días.
De su vida anterior sabemos que estaba interno en un colegio fronterizo con Francia y que tiraba al techo las croquetas rellenas de aire.
Como a Torrente, los chinos le cabreaban. Siempre tenían la mala idea de aparecer en todas las lecciones de geografía.
La geografía del Caribe la explicó con acento de la zona, haciendo hincapié en lo gracioso de Barbuda y Trinidad Tobago. Poniendo voz de nativo para explicar África empezó a gritar Tanganika, ulurulu... y demás incoherencias.
A cierto compañero soso al que llamábamos abogao le caía mal Ignacio. Se puso a protestar porque nos cobró 500 pesetas por unos mapas mudos que en cualquier tienda valen 50 pesetas. A la mayoría como a mí nos la soplaba si era un timo. Por 4 duros no íbamos a discutir. Como si se iba a Marbella con el dinero... Encima una vez que los padres del abogao fueron a hablar con Nacho, nuestro Torrente afirmó que la madre estaba muy buena, lo que tensó aún más la situación. Total es que hay gente a la que todo le sienta mal...
El último trimestre no dio clase por baja laboral. Se había lesionado en un campamento en el que hacía de monitor subiendo una cuesta que según él subían hasta los parapléjicos. Allí despertaba por las mañanas al grito de levantaos cabrones. Nos reímos mucho porque a un compañero que a todos nos caía mal sus padres le pusieron en la nota de autorización un escueto que vaya. Torrente decía que casi mejor pusieran llévenselo ya por favor... Le sustituyó una profesora eficiente pero sin carisma casi hasta final de curso. .
Finalmente abandonó el Instituto según él porque le gusta cambiar de aires. Tras perder su pista, creemos haberle hallado (otra vez las serendipias) en cierto instituto de la provincia de Valladolid donde estudian familiares míos. Sigue con sus coñas de quien te gusta de clase, llamadme Nacho, qué bonito, enamoradas de mí... pero resulta que da... ¡clase de literatura! Lo cual nos hace pensar que es un farsante de categoría.
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1 comentario:
XD que risas me he echado. Nunca tuve un profesor tan descarado con las chicas, uno que fuese como nosotros. Tienes articulos curiosos. Suerte con el blog. Adios.
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